viernes, 27 de marzo de 2020

El amor en los tiempos del Coronavirus. (Un terremoto ahí)





Algunos memoriosos e historiadores también, entienden que el peronismo empezó con el terremoto de San Juan de 1944. Algunos otros aventuran otras fechas, pero nadie niega que esa gran catástrofe acunó al menos, uno de los grandes movimientos populares de nuestra nación.
Lo cierto es que, como ocurre con otras cuestiones en la vida, el mandato parirás con dolor, suele hacernos recordar que los grupos humanos, muchas veces transitan los mismos códigos que los individuos a quienes cobijan.
Cuando uno de los grandes líderes de esta democracia, aquel que manejó el timón del barco luego de la dictadura más dura y trágica, en uno de sus clásicos discursos detectó que alguien estaba con problemas de salud, interrumpió su perorata y solicitó casi en una orden:
“Un médico ahí” 
y otro alguien que estaba entre los cientos de miles que había jurado por Hipócrates, hizo lo que tenía para hacer.
Vemos que como nos enseñan los antiguos chinos, cada crisis trae debajo de su brazo alguna oportunidad y ya sea multitudinaria o individual, una catástrofe no es otra cosa que una catástrofe y un dirigente no es nada más que eso mismo.
Un dirigente por supuesto.
Es posible que los mencionados presidentes no hayan especulado con la situación, es más, casi parece poco probable tamaña situación, ya que estaban donde debían estar y actuaron del modo que creyeron que había que actuar, y eso los transforma en estadistas. Es obvio además, que no sólo actuaron en esas horas, sino que para bien o para mal, en otras.
Y ahora nos encontramos con este juego de la oca, donde avanzamos algunos casilleros y retrocedemos otros, tal como nos ocurría en las noches de lluvia, cuando el canal 7 estaba encendido, apenas cuatro horas en un eterno blanco y negro.

Tenemos al dirigente y a la catástrofe.

Nosotros, como siempre argentinos, nos quedamos en casa los que acatamos y unos otros deben salir porque acatan y algunos otros pícaros, como siempre, otorgan la regla a tanta excepción, también salen y no acatan.
Pero a diferencia del aquel terremoto de 1944, acá somos todos sanjuaninos. Algunos padecen lo terrible de la enfermedad y otros peor aún, la propia muerte o la de algún ser amado, pero todos sin excepción, sentimos el filo de la espada sobre nuestro cuello, con la mayor o menor dignidad de nuestra señora compañera, la negación.
Pero hay un hombre que está ahí con toda su integridad, su imagen aumenta a medida que la cosa crece y deja la amenaza de la señora molesta en un tono sepia cercano al daguerrotipo. Es más, muchos de los que antes lo denostaban, hasta entienden de que es mejor que sea él y no otro el que ocupe el lugar y como siempre ocurre, cuando el cuero está en juego, hasta sus más duros enemigos, apuestan a que esta vez no se equivoque y que le vaya lo mejor que le pueda ir.
Puede ser que este sea el inicio de una hermosa amistad, le dijo el cínico policía a nuestro amado héroe en una mítica película Casablanca, los hombres luego del comentario que pasó a la historia, caminan hacia el foro y nos ahorran el destino cruel que sospechamos los espera.
Quizás esta amistad que propone el hombre que dirige nuestros destinos y los que estamos afuera o adentro según se lo mire, sea algo más duradera y el destino no termine cargado de crueldad.
Los que tenemos el dudoso mérito de haber sobrevivido desde párvulos a la epidemia de polio y en nuestra primera juventud al Proceso de Reorganización Nacional, somos almas curtidas cargadas de un terco optimismo casi cegador. Sabemos que si no nos toca como ha ocurrido otras veces, siempre que llovió paró y nunca olvidamos cuando las mieles brotan, que siempre que paró llovió.
Apuesto entonces a que no sea el hombre un nuevo salvador, apenas un dirigente que estuvo en el lugar y en el momento en el que debía estar, pero eso no depende del hombre tan solo, sino de todos nosotros además de él.
La hermosa amistad es cosa de a dos, así que a no patalear si el amor se malogra. Es un hilo delgado que tanto al que le toca el lugar del héroe, como al de policía cínico, merece un gran cuidado para no cargar, con la necesidad de estar obligados a caminar hasta el foro y ocultar el final.

em>'Casablanca': la altura ética de un final</em> | Cultura Home ...La polio estuvo presente en los diarios de aquella época.

1 comentario:

  1. Hermosa reflexión Mario.
    Ambos y otros tantos somos parte de haber sobrevivido a la polio, al proceso, al N1H1, la actual cuarentena y a luchar día a día con lo que nos toca.
    Pero como dijo un Rosarino, "Nadie debe y nadie puede vivir sin amor........." y será eso creo, que a lo mejor nos haga seguir luchando hasta el final.
    Un fuerte abrazo. " El tano"

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