lunes, 23 de abril de 2012

Los Oficios Terrestres


Los Oficios Terrestres

El título de este trabajo no es mío, se lo debemos a Rodolfo Walsh que agrupó en él, a seis relatos deliciosos. Cuando esas tres palabras aparecieron en mi vida, mi corazón pegó un salto y capturó alguna idea que había quedado atrapada en mis laberintos.

  Porque si de algo se trata mi trabajo, es de los oficios de la gente, sean ellos de la tierra, del fuego o del aire.

  Me pregunté entonces por los mitos que traen los oficios. Esa es una de las rutas que elegimos cuando abordamos la empresa y la organización, rescatamos lo que oculta lo cotidiano, como los incógnitos supuestos básicos de la comunicación ( yo creía que vos sabías) o cierto comportamiento repetitivo que obtura la creación ( el día lo tengo dividido en antes del banco y después del banco) y tantos otros.

  Por eso me adentré en la mitología y salí a buscar el oficio más antiguo.
 
  Ejercido por mujeres, el mito nos trae que la actividad reglada más antigua, es la de la prostitución. Vaya sorpresa. Cierta curiosidad aparece cuando nos adentramos (solo en el estudio), en la singularidad de estas iniciadoras del comercio. Ellas, como cada uno de nosotros, encontraron la oportunidad en una necesidad, se hicieron cargo de sus propias fortalezas y debilidades, y respecto de las amenazas, habiendo leído un poco de historia, comprendemos que las han sorteado o padecido con cierta hidalguía, hasta poder llegar a nuestros días.

  Pero lo que la mitología nos ha ocultado, es quienes eran los clientes de estas intermediarias de servicios, y es ahí donde encontramos una notable omisión.

  Debemos admitir, que desde el mito, eran varones los que tomaban los servicios, debían contar con algún elemento de intercambio sea dinero o especies y si nos remitimos a cierta antigüedad, quedan por descarte ya sea porque no estaban dispuestos a pagar, los nobles, jefes de tribu y otros líderes. Por no contar con los recursos, los labriegos, esclavos o siervos quedan descartados también. Nos quedan algunos posibles incipientes comerciantes, pero atendamos que no serían los primeros y curiosamente, en un lugar oculto, quedan los soldados.

  Sin embargo, aprendimos que la historia ha sido escrita con sangre, por eso, podemos considerar, que antes que cualquier otra forma de intercambio, la guerra estuvo primero. De modo que es curioso el olvido de este primer oficio masculino, particularmente porque tiene gran simetría con el de las damas.

  Ambos ponen su cuerpo al servicio de una causa cuyo objetivo, no está ligado a sus propios intereses. Realizan esas tareas por mera supervivencia. En ambos casos, los lazos afectivos con la actividad se mezclan, cumpliendo con la regla de la ambivalencia en la actividad humana. (No sólo trabajamos por dinero). Si entendemos que la milicia, es seguramente la primera organización humana, estamos frente a la primera formación de lo que luego fue la empresa. Hace diez años escribí Te Ganarás El Pan, donde desarrollo la simetría entre la actividad bélica y la cotidianeidad del trabajo, todos podemos imaginar tal situación.

  Pero sin dudas, el trabajo y el dinero, han ganado terreno en el poder de las sociedades, y podemos decir, que desde Shylock para acá, hemos recorrido un gran camino en esto de dar valor al dinero y a los valores de intercambio, eso nos ha permitido tener una vida mejor que la de andar matándonos por espacios de poder, como en las guerras de los hombres, o por hembras y por crías, como el resto de nuestros compañeros de la Tierra.

Vale la pena recordar entonces, que cuando trabajamos, somos gladiadores y luchamos a brazo partido, igual que aquellos que iniciaron eso que es, vivir en sociedad. Será por eso, que muchas veces somos soldados y muchas también, putas.