jueves, 22 de septiembre de 2011

Destrucción creativa

 Estamos en el inicio de una nueva crisis de escala mundial, muchos intelectuales de diferentes disciplinas de las ciencias sociales opinan sobre ella y nosotros nos preguntamos como siempre ¿esto que pasa, cómo impacta en mi actividad o en mi negocio?.
  Una crisis es habitualmente vivida al menos con un poco de ansiedad, ya que si bien la oportunidad aparece, mas bien suena como un slogan que de tanto reiterase, ha perdido vigor. Todo esto se suma que, en nuestro país, tanto el gobierno como referentes de la oposición opinan, que esta crisis no nos va a afectar tanto como a otros países, entre otros como a nuestro vecino Brasil. Se suma cierto escepticismo al recibir noticias oficiosas cuando recordamos las palabras de ciertos funcionarios como las de un antiguo ministro de economía que recomendaba que “el que apuesta al dólar pierde” o a un presidente que se hizo famoso por su cita ”el que depositó dólares, recibirá dólares”.
  De modo que la desconfianza en los momentos que corren, a pesar de la bonanza que nos toca hoy, nos coloca frente a la paradoja de colocarnos en la tesitura de decir que, mientras dure bien y después veremos. No es una política equivocada, pero bien vale mirar un poco para atrás y encontrarnos con situaciones parecidas y con quienes trabajaron sobre estos aspectos, tanto sea para evitar problemas como para sacar ventajas.
 Joseph Alois Schumpeter, en la primera mitad del siglo veinte, desarrolló sus teorías económicas de los ciclos de las crisis del capitalismo y fue reconocido entre otros conceptos por el de la destrucción creativa, situación que ocurre según él, cada cuarenta años aproximadamente, con ciclos menores reiterados cada diez. Dice que es un modo de optimizar que tiene el capitalismo para dejar lugar a las novedades que irrumpen y que es el modo que tiene el sistema para limpiarse de aquello que ya no necesita, tal como la naturaleza dota a cada uno de sus seres.
  De éste modo, otros autores explican el ritmo de las crisis de destrucción creativa desde “la crisis de la lana”, promediando 1880/90, la de 1930 con la caída de Wall Street, y luego la del petróleo en los 70. De seguir con esos ciclos, este buen señor austriaco, nos está advirtiendo que estamos en el umbral de otra situación de destrucción creativa.
  Los cambios que se produjeron en cada una de las crisis citadas, nos pueden dejar alguna pista para enfrentar esta que posiblemente se viene. En principio, toda crisis económica tiene un correlato social que le da sustento, eso significa que la economía es al cuerpo social, lo que la temperatura es en el cuerpo de los animales, un incremento de esa temperatura entonces, es una señal de que otra variable está en problemas. Por otra parte, en todos los casos anteriores, los ejes que definían los parámetros económicos, fueron mutados y las causas aparentes de esas crisis, no eran más que las puertas que dejaron entrar los nuevos aires que empujaban la economía.
  Si bien la crisis del siglo diecinueve tuvo mucho que ver con la lana y los productores de lana lo padecieron, fue el transporte el que irrumpió tanto de ultramar como el del ferrocarril, con su máquina a vapor y las instalaciones desarrolladas, los que generaron el movimiento hasta que finalmente el automóvil, que estaba esperando su turno, terminó la tarea.
  Si bien en los años setenta, el acero, el petróleo y los automóviles eran las estrellas, fueron las finanzas las que venían empujando y pidiendo cancha para que con tanto devenir, hoy sea el entretenimiento la actividad más importante.
  Escudriñar los escenarios, nos sirve para avanzar sobre nuestro negocio. La incertidumbre es parte de esta ecuación, sin embargo, algunas previsiones se pueden tomar observando lo reiterado que se dio cita en las crisis anteriores y que fue lo que ocurrió con nuestro país y cómo eso puede impactar con la actividad de cada uno.
  En los dos primeros casos, nuestro país tenía sólo un cliente y un producto que era el motor de la economía, la carne, eso hoy ocurre del mismo modo ( soja y China), en segundo lugar, la crisis afectó a todos incluso a ese cliente que dejó de comprar y la sobreoferta hizo que los precios de derrumbaran. Esta situación se repitió luego reiteradamente cada diez años después de concluida la Segunda Guerra Mundial. En todos esos casos, las empresas argentinas, luego de un momento de duro trance, salieron a cubrir el mercado interno carente de productos importados con la llamada industrialización por sustitución de importaciones, ese es el modo central donde se sostiene para nosotros el slogan de crisis y oportunidad.
  Sin embargo, la última experiencia de los ’70, nos muestra un camino inverso, la irrupción de los excedentes financieros demolieron una industria poco competitiva frente a un mercado mundial de alta capacidad y la actividad industrial de la Argentina entró en colapso.
  En todos esos casos, ¿qué nos dice la mirada de Schumpeter?.

Primero: que no hay un modelo estático de funcionamiento económico.
Segundo: que no existen certezas en el momento de la destrucción creativa, ya que las bases donde se sostienen los ejes de análisis son modificadas.
Tercero: que la concentración comercial y de producto, es la peor de las recomendaciones para cualquier momento y menos en situaciones como esa.
Cuarto:  que en terremotos y tormentas, aquellas estructuras livianas y flexibles, son aquellas que no sólo sobreviven, sino las que ganan la partida.

   El riesgo es el condimento esencial de la actividad económica, minimizarlo ayuda a evitar indigestiones, eso significa que sin él no hay actividad, pero su administración es la que nos asegura llegar a algún puerto luego de la tormenta.

  Podemos decir que quien navegue en más de un proyecto, con la decisión de soltarle la mano a aquello que se transforme en su lastre, será quien mejor pueda enfrentar el momento que viene. La capacidad de asumir los riesgos en modo medido, entendiendo que no existen zonas fijas, es lo que aumenta el potencial de la oportunidad.

  En estos casos además, la hoja de ruta cobra mayor valor si la sabemos usar. No es posible ceñirnos a ella como si fuera una tabla de salvación, pero su sola construcción, nos ayuda a mejorar nuestro perfil para el trance. La matriz se transforma en un árbol mas ancho con varias ramas, el trabajo de crearla y sostenerla es mayor y cada día, se enriquece con las novedades que vienen del entorno.

  A ponerse el casco y los arneses entonces y a disfrutar de la aventura.