lunes, 14 de diciembre de 2015

Muerto El Rey, que viva El Rey.

En estos tiempos en que lo gregario nos convoca, cierta mirada a algunas señales, me resuenan desde el fondo de los roperos.

Toda acción de la historia, puede ser interpretada a gusto del consumidor. Quienes hemos participado de la mirada de los hechos desde diferentes autores, necesitamos advertir, que el telescopio por el que miran mis ojos ahora un poco maltrechos por los años, ha sido construido y está dirigido, por un servidor.

El 16 de Noviembre pasado, este señor que escribe, nacido en esta tierra, suponía que el ganador de la elección que ocurriría en pocos días, iba a ser el otro contendiente, como buena parte de la opinión que se dice pública y otros, a pesar de la desconfianza que todos tenemos en las encuestas, en la manipulación de las opiniones en los sistemas de comunicación de masas y de todo aquello a lo que nos podemos asir.

Aún así, me atreví a publicar El Revenido y La Reforma, artículo anterior a éste en el blog. En él, más allá de ciertas conjeturas que dan soporte a cierta mirada del telescopio, sugería que el tiempo que se viene, corresponde a la simetría de las horas del Dr. Frondizi, independientemente de quien fuera el que se terminaría sentando, en el Trono Mayor de la Rosada. Basta que continúe con el siguiente artículo y se encontrará con él.

Los comentarios de estos días, me han dado cierta felicidad, ya que no se habla de otro tiempo y aprovecho para reiterar, las advertencias a aquellos que somos gobernados, como para aquellos que dirigen, que es valioso no transitar aquellos caminos, que nos han llevado a dolores de cabeza y a algunas frustraciones.
El tránsito reiterado de nuestras historias, ayuda a recomponer nuestros dolores, pero si no estamos atentos a ciertas tendencias espontáneas, corremos el riesgo de tropezar con la misma piedra.

La liturgia que trae el cambio de mando, es más o menos parecida.

1.     El presidente hace un discurso, donde hace mención a las dificultades que ha heredado, a los desmanejos de las gestiones anteriores y promete un futuro difícil, pero colmado de las mejores intenciones.
2.     Los medios de comunicación oficiales, cambian bruscamente desde la apología o cubrimiento de la gestión anterior, a lo mismo de la nueva, y aquellos que dejaron el lugar, prácticamente desaparecen por arte de magia.
3.     La opinión pública abraza la nueva ilusión, con un fervor necesario y quizás algo exagerado, para que la saque de este destino cruel al que estaba sometida y aquellos que han quedado en el camino, esperan silenciosos a que su turno otra vez sea.

Hace más de dos años, al poco tiempo de haberse estrenado, hice un comentario sobre un film nacional espléndido a mi gusto, de título El último Élvis.


En ese film, el personaje principal, vivía la vida de aquel glorioso músico que algunos seguimos disfrutando. Tanto es así, que decide terminar su vida, en el tiempo en que el gran maestro nos dejó.

El riesgo que este horno de revenido nos coloca, es en el de caer en la tentación, de hacer lo mismo.

Alfonsín recrea el primer radicalismo y si bien salió casi a las corridas, no quedó preso como don Hipólito y además, le entregó el mando a su sucesor y por fortuna para él y todos aquellos que lo querían, sobrevivió al hecho muchos años y mantuvo por mucho tiempo su acción política.

Del mismo modo Menem, concluyó su mandato con adhesiones y críticas, pero hizo lo mismo que su anterior colega, entregó el mando a un poco lucido de la Rúa. El Dr. Castillo, el último presidente de la llamada Concordancia sin embargo, fue expulsado por el GOU y no tuvo oportunidad de entregar nada a nadie.

El General Perón, no ha podido hacer eso de pasar los atributos a un compatriota, quizás porque no era algo que consideraba oportuno, habida cuenta de quienes ha elegido siempre para que lo rodeen, pero sea como fuere, en los tiempos de los cincuenta, tuvo que salir escapado en una cañonera y en su último mandato, lo sacó de la presidencia, el camino que tenemos todos los mortales.

Cristina, al igual que el General al que tanta devoción tuvo por igualar, recibió el bastón de manos de quien era casi parte de sí misma. Perón lo recibió del General Farrell, amigo y cómplice de Don Juan Domingo, Cristina, de su marido y jefe político desde que se conocieron.
En el final de su mandato, por los motivos que sean, nuestra anterior presidenta, necesitó una salida indecorosa, viajando en clase turista en la Aerolíneas que tanto brillo le ha dado, hasta sus confines preciados en una sobreactuación dolorosa, intentando imitar de alguna forma, la salida del Gran Caudillo.

Del mismo modo, los actuales detentores del poder, se han apresurado desde la máquina del rumor, como desde las voces periféricas, a amenazar de prisión por abuso de funciones y corrupción, a la familia palaciega saliente.
Si merecen ir presos, entonces que vayan, pero los invito a reflexionar, que hubiera sido prudente algún decoro y esperar los tiempos que la justicia necesita, para hacer su trabajo.

Cuando Don Néstor accedió a la primera magistratura, quienes estaban cerca de mis observaciones, escucharon que pedía que con tantos años vividos, este hombre y luego su mujer, hayan aprendido algo.
El horno de revenido nos da cuenta, de que algunas cuantas cosas habían aprendido a la hora de asumir y que han sido altamente positivas, pero algunos suponemos, que aquellas acciones negativas casi de manual que ejercieron, empañaron en buena forma ese lucimiento.

La expresión futbolera del Vamos, Vamos, Argentina que anunció el nuevo Presidente en su asunción, en lo personal, no me ha resultado feliz. Quizás necesite de unas cuantas vidas en revenido, para aceptar el coctel explosivo que fabrican el fútbol y la política, pero desde estas líneas, ahora sí hago pública mi advertencia, que espero que cuando tenga que dejar su bastón este nuevo Primer Mandatario, no esté obligado a citar:

“ No renunciaré, no me suicidaré, no me iré del País”.

No sólo es tarea de quienes gobiernan, tanto de aquellos que conducen como de los otros que se oponen. Ellos están en el centro de la escena y no siempre guardan la compostura, el decoro y la responsabilidad.

Aquellos que los alimentamos con nuestros esfuerzos y que entendemos que “trabajan para nosotros”, otra vez insisto, no nos podemos hacer los sonsos y si lo hacemos, que Dios y la Patria, nos lo demanden.