domingo, 29 de septiembre de 2019

Las Palabras



Sabemos muy bien cuales son esas palabras en las que se centran tantas obligaciones y tantos deseos: libertad, dignidad, derechos humanos, pueblo, justicia social, democracia, entre muchas otras. Sin la palabra no habría historia y tampoco habría amor; seriamos, como el resto de los animales, mera sexualidad. El habla nos une como parejas, como sociedades, como pueblos. Hablamos porque somos, pero somos porque hablamos
Así iniciaba su discurso Julio Cortázar, en una de sus tantas conferencias que realizó algunos años antes de dejarnos. Salí entonces a buscar sus palabras sabias, para acercarme con algún conjuro que permitiera soportar algunas palabras, cuando por centésima vez escuché la expresión “ La CONADEP del periodismo”.
Y es curioso observar, si nuestros ojos pudieran hacerlo, cómo es posible que un comentario comienza a girar y se lo va masticando, hasta transformarlo en un espectro de aquello que fue. El autor era además, un defensor de la independencia del lenguaje y un denunciante activo de la manipulación de las palabras desde el poder político y en especial, de los medios de comunicación masivos. El discurso completo está en internet:
La CONADEP con sus ambivalencias y su teatralidad, ha sido quizás, uno de los acontecimientos sociales de mayor jerarquía que haya surgido en la historia de nuestra tierra, incluso hasta puede ser tildado de ingenuo, a la luz de lo ocurrido años después, con los tironeos sobre el tamaño del activo de sus muertos y otras sutilezas dolorosas de demonios, pero ese juicio y el documento que surgió luego del juicio, ha sido otro conjuro que nuestra sociedad edificó, para intentar promover alguna justicia posible, en una de las situaciones más dolorosas que un grupo humano pueda transitar. Tomemos en cuenta además, las circunstancias en que ocurrió ese juicio, cuando el sepia del olvido muchas veces desvaloriza los hechos, porque quiero recordar, que tanto el presidente de ese tiempo como aquel que lo sucedió, tuvieron que enfrentar revueltas militares, que pretendían empujar nuestra vida, hacia otro infierno similar al que se estaba juzgando.
Pero lo singular de la expresión laconadepdelperiodismo, habla por sí sola de la pobre imagen de justicia que tenemos en nuestro suelo, a tal punto que hoy, a partir del surgimiento de la palabreja, lejos de asociar justicia con la CONADEP, se la asocia con actitudes inquisidoras, donde aquel que juzga se considera dueño de la verdad y su parcialidad absoluta, es parte de un sistema que la CONADEP casualmente, se dedicó a juzgar y a denunciar y que a mi modo de ver, ingenuamente llamó NUNCA MÁS.
Porque cualquier figura pública y un periodista sin dudas lo es, está siempre expuesta al juicio social. Es fácil detectar las opiniones de unos y de otros y las defensas que cada cuál puede hacer de políticas o de situaciones puntuales o parciales, de este modo, en democracia y en particular en un sistema republicano, el juicio público esta presente y las leyes a lo sumo, deben estar al servicio de la defensa de sus soberanos, entre otros, de los periodistas.
Sin embargo, para quienes comenzaron con la expresión que mencionamos, una picardía de chicana, pretendió asociar el actual gobierno con aquella dictadura, no es una situación nueva de este mandato y recordemos que el gobierno anterior, padeció similares denuncias por parte de sus adversarios, pero lo curioso es, que quienes recogieron el guante, muchos de ellos figuras defensoras y protagonistas de la CONADEP, quedaron atrapados en ese juego de quienes se dedican a morder la cola de los otros. El motivo es que creen firmemente en que un cambio de gobierno, puede producir una caza de brujas y ellos, defensores del gobierno actual, padecer persecuciones. La CONADEP queda entonces navegando en un limbo de imagen, donde las palabras irresponsables empujan a los hechos y como las personas, enferman y mueren de muerte natural. Asesinadas.

Y basta de palabras.