Sabemos muy bien cuales son esas palabras en
las que se centran tantas obligaciones y tantos deseos: libertad, dignidad,
derechos humanos, pueblo, justicia social, democracia, entre muchas otras. Sin
la palabra no habría historia y tampoco habría amor; seriamos, como el resto de
los animales, mera sexualidad. El habla nos une como parejas, como sociedades,
como pueblos. Hablamos porque somos, pero somos porque hablamos…
Así
iniciaba su discurso Julio Cortázar, en una de sus tantas conferencias que
realizó algunos años antes de dejarnos. Salí entonces a buscar sus palabras
sabias, para acercarme con algún conjuro que permitiera soportar algunas
palabras, cuando por centésima vez escuché la expresión “ La CONADEP del
periodismo”.
Y es
curioso observar, si nuestros ojos pudieran hacerlo, cómo es posible que un
comentario comienza a girar y se lo va masticando, hasta transformarlo en un espectro
de aquello que fue. El autor era además, un defensor de la independencia del
lenguaje y un denunciante activo de la manipulación de las palabras desde el
poder político y en especial, de los medios de comunicación masivos. El
discurso completo está en internet:
La
CONADEP con sus ambivalencias y su teatralidad, ha sido quizás, uno de los
acontecimientos sociales de mayor jerarquía que haya surgido en la historia de
nuestra tierra, incluso hasta puede ser tildado de ingenuo, a la luz de lo
ocurrido años después, con los tironeos sobre el tamaño del activo de sus muertos
y otras sutilezas dolorosas de demonios, pero ese juicio y
el documento que surgió luego del juicio, ha sido otro conjuro que nuestra
sociedad edificó, para intentar promover alguna justicia posible, en una de las
situaciones más dolorosas que un grupo humano pueda transitar. Tomemos en
cuenta además, las circunstancias en que ocurrió ese juicio, cuando el sepia
del olvido muchas veces desvaloriza los hechos, porque quiero recordar, que tanto
el presidente de ese tiempo como aquel que lo sucedió, tuvieron que enfrentar
revueltas militares, que pretendían empujar nuestra vida, hacia otro infierno
similar al que se estaba juzgando.
Pero lo
singular de la expresión laconadepdelperiodismo, habla por sí sola de la pobre
imagen de justicia que tenemos en nuestro suelo, a tal punto que hoy, a partir
del surgimiento de la palabreja, lejos de asociar justicia con la CONADEP, se
la asocia con actitudes inquisidoras, donde aquel que juzga se considera
dueño de la verdad y su parcialidad absoluta, es parte de un sistema que la
CONADEP casualmente, se dedicó a juzgar y a denunciar y que a mi modo de ver, ingenuamente
llamó NUNCA MÁS.
Porque
cualquier figura pública y un periodista sin dudas lo es, está siempre expuesta
al juicio social. Es fácil detectar las opiniones de unos y de otros y las
defensas que cada cuál puede hacer de políticas o de situaciones puntuales o parciales, de este modo, en democracia y en particular en un sistema
republicano, el juicio público esta presente y las leyes a lo sumo, deben estar
al servicio de la defensa de sus soberanos, entre otros, de los periodistas.
Sin
embargo, para quienes comenzaron con la expresión que mencionamos, una picardía
de chicana, pretendió asociar el actual gobierno con aquella dictadura, no es una situación nueva de este mandato y recordemos que el gobierno anterior, padeció similares
denuncias por parte de sus adversarios, pero lo curioso es, que quienes
recogieron el guante, muchos de ellos figuras defensoras y protagonistas de la
CONADEP, quedaron atrapados en ese juego de quienes se dedican a morder la cola de los otros. El motivo es que creen firmemente en que un cambio de gobierno, puede producir una caza de brujas
y ellos, defensores del gobierno actual, padecer persecuciones. La
CONADEP queda entonces navegando en un limbo de imagen, donde las palabras
irresponsables empujan a los hechos y como las personas, enferman y mueren de
muerte natural. Asesinadas.
Y basta
de palabras.
Muy bien dicho y mejor pensado, amigo Mario. El problema se remonta a la incomoda y contra natura asociacion transitoria entre quienes rechazan todo tipo de dictaduras y quienes solo algunas. Cuando rechazamos los golpes de Videla y Pinochet, estuvimos asi juntos los que tambien rechazamos las dictaduras de Castro y la Union Sovietica y los que las apoyaban y prometian difundirlas. Era seguro que nos ibamos a volver a ver cuando estos ultimos quisieran implantar las suyas. O al menos sus censores. Hoy estamos en veredas opuestas, como debe ser. Entre esos tipos y nosotros -Julio incluido- habra siempre algo personal.
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ResponderEliminarBorre todos mis comentarios despues de pensar en las consecuencias que promete el futuro inmediato a los que opinen imprudentemente. Creo que este es el mejor comentario que puedo hacer.
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