Los
Oficios Terrestres
El título de este trabajo no es mío, se
lo debemos a Rodolfo Walsh que agrupó en él, a seis relatos deliciosos. Cuando
esas tres palabras aparecieron en mi vida, mi corazón pegó un salto y capturó
alguna idea que había quedado atrapada en mis laberintos.
Porque si de algo se trata mi trabajo, es de los oficios de la gente,
sean ellos de la tierra, del fuego o del aire.
Me pregunté entonces por los mitos que traen los oficios. Esa es una de
las rutas que elegimos cuando abordamos la empresa y la organización,
rescatamos lo que oculta lo cotidiano, como los incógnitos supuestos básicos de
la comunicación ( yo creía que vos sabías) o cierto comportamiento repetitivo
que obtura la creación ( el día lo tengo dividido en antes del banco y después
del banco) y tantos otros.
Por eso me adentré en la mitología y salí a buscar el oficio más
antiguo.
Ejercido por mujeres, el mito nos trae que la actividad reglada más
antigua, es la de la prostitución. Vaya sorpresa. Cierta curiosidad aparece
cuando nos adentramos (solo en el estudio), en la singularidad de estas
iniciadoras del comercio. Ellas, como cada uno de nosotros, encontraron la
oportunidad en una necesidad, se hicieron cargo de sus propias fortalezas y
debilidades, y respecto de las amenazas, habiendo leído un poco de historia,
comprendemos que las han sorteado o padecido con cierta hidalguía, hasta poder
llegar a nuestros días.
Pero lo que la mitología nos ha ocultado, es quienes eran los clientes
de estas intermediarias de servicios, y es ahí donde encontramos una notable
omisión.
Debemos admitir, que desde el mito, eran varones los que tomaban los
servicios, debían contar con algún elemento de intercambio sea dinero o
especies y si nos remitimos a cierta antigüedad, quedan por descarte ya sea
porque no estaban dispuestos a pagar, los nobles, jefes de tribu y otros
líderes. Por no contar con los recursos, los labriegos, esclavos o siervos
quedan descartados también. Nos quedan algunos posibles incipientes comerciantes,
pero atendamos que no serían los primeros y curiosamente, en un lugar oculto,
quedan los soldados.
Sin embargo, aprendimos que la historia ha sido escrita con sangre, por
eso, podemos considerar, que antes que cualquier otra forma de intercambio, la
guerra estuvo primero. De modo que es curioso el olvido de este primer oficio
masculino, particularmente porque tiene gran simetría con el de las damas.
Ambos ponen su cuerpo al servicio de una causa cuyo objetivo, no está
ligado a sus propios intereses. Realizan esas tareas por mera supervivencia. En
ambos casos, los lazos afectivos con la actividad se mezclan, cumpliendo con la
regla de la ambivalencia en la actividad humana. (No sólo trabajamos por
dinero). Si entendemos que la milicia, es seguramente la primera organización
humana, estamos frente a la primera formación de lo que luego fue la empresa.
Hace diez años escribí Te Ganarás El Pan, donde desarrollo la simetría entre la
actividad bélica y la cotidianeidad del trabajo, todos podemos imaginar tal
situación.
Pero sin dudas, el trabajo y el dinero, han ganado terreno en el poder
de las sociedades, y podemos decir, que desde Shylock para acá, hemos recorrido un gran camino en esto de dar
valor al dinero y a los valores de intercambio, eso nos ha permitido tener una
vida mejor que la de andar matándonos por espacios de poder, como en las
guerras de los hombres, o por hembras y por crías, como el resto de nuestros
compañeros de la Tierra.
Vale
la pena recordar entonces, que cuando trabajamos, somos gladiadores y luchamos
a brazo partido, igual que aquellos que iniciaron eso que es, vivir en
sociedad. Será por eso, que muchas veces somos soldados y muchas también,
putas.
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